Como ya anunciamos en una anterior noticia, el Seminario de Ávila ha querido contribuir con cinco obras de arte a la exposición "Credo" de las Edades del Hombre que se celebran este año en la ciudad de Arévalo.
Hoy queremos presentaros otra de las obras expuestas perteneciente a la Biblioteca del Seminario. En este caso la primera Biblia Vulgata Latina traducida al español de Felipe Scío de San Miguel.
Felipe Scío de San Miguel (La Granaja, Segovia, 1738 – Valencia, 1796), escolapio de gran prestigio, Maestro de Letras de los hijos del Príncipe de Asturias, el futuro Carlos IV, recibe del rey Carlos III en 1780 el encargo de hacer una versión castellana de la Biblia, que pusiera la cultura y la religión española a la altura de los otros países católicos europeos.
El rey puso a su disposición los manuscritos bíblicos de El Escorial, así como todos los libros que necesitase para la empresa. Ayudado, entre otros, por su hermano de orden Benito Feliú, publica el primer volumen (el dedicado a los evangelios) el año 1790. Este es su título, largo como todos los de su época: La Biblia Vulgata Latina traducida en Español y anotada conforme al sentido de los Santos Padres y Expositores Cathólicos, por el Padre Phelipe Scio de San Miguel, Ex-Provincial de las Escuelas Pías, Preceptor del Príncipe nuestro Señor y de los Señores Infantes, y Confesor de la Princesa del Brasil Infanta de España. Dedicada al Rey Nuestro Señor Don Carlos IV.
El rey puso a su disposición los manuscritos bíblicos de El Escorial, así como todos los libros que necesitase para la empresa. Ayudado, entre otros, por su hermano de orden Benito Feliú, publica el primer volumen (el dedicado a los evangelios) el año 1790. Este es su título, largo como todos los de su época: La Biblia Vulgata Latina traducida en Español y anotada conforme al sentido de los Santos Padres y Expositores Cathólicos, por el Padre Phelipe Scio de San Miguel, Ex-Provincial de las Escuelas Pías, Preceptor del Príncipe nuestro Señor y de los Señores Infantes, y Confesor de la Princesa del Brasil Infanta de España. Dedicada al Rey Nuestro Señor Don Carlos IV.
La Biblia, 10 bellos tomos en tamaño folio, se editó en los talleres valencianos de los hermanos Orga entre 1790 y 1793; la primera edición constaba de 2000 ejemplares, al precio de 1300 reales los diez tomos, altísimo para la época. No obstante, se agotó enseguida. La segunda edición se publica en Madrid y era menos cara, aunque tampoco barata. Consta de 19 volúmenes en octava mayor, el editor es Benito Cano y constaba, sin los grabados, 1008 reales; si se querían los grabados adaptados a esta edición, el precio se incrementaba en 700 reales como mínimo.
Scío, al llevar a cabo esta importante versión, tiene la conciencia de que está llevando a cabo una tarea de transcendencia a la vez eclesial, nacional e histórica en un momento en el que no todos veían la necesidad de una Biblia traducida a la lengua vulgar. Y todo ello condiciona inevitablemente el resultado conseguido. Es verdad que él y su equipo han trabajado a fondo para comprender el texto de la Vulgata, incluso acudiendo a los textos originales con frecuencia. Pero, a partir de los textos latinos, era imposible llegar a soluciones en los pasos difíciles, especialmente si se busca, como sucede, intencionadamente la literalidad de la versión, que intenta presentar un resultado que se aparte lo mínimo de la versión latina autorizada, para que no pueda ser criticado desde este ángulo. Ello hizo que, a pesar de la importancia de la obra, no lograse en su conjunto un texto claro, terso, sencillo y elegante.
A pesar de todo, debemos hacer justicia al trabajo de Scío y su equipo. Se trata de la primera versión católica completa de la Biblia al castellano. Y se hizo con mucho trabajo y a conciencia. No es una versión “desdichadísima”, ni mucho menos “pedestre”, dos adjetivos de Menéndez Pelayo que, como otros muchos suyos en su obra de juventud, pecan de injustos y excesivos en medio de la impresionante erudición del politólogo santanderino. Era, seguramente, lo que podía hacerse en ese momento. Y se hizo con dignidad: una gran obra, una obra erudita, una obra de la Ilustración, una obra imposible de llegar directamente al pueblo de manera inmediata. Imposible, porque no hubo libertad para leer la Biblia, porque tantos no sabían siquiera leer, y porque ni los tiempos, ni las personas estaban preparadas en ese momento para una empresa como la que era necesario llevar a cabo.
La información se ha obtenido del Catálogo de la Exposición "Credo" editado por la Fundación Las Edades del Hombre, 2013. Autor del artículo José Manuel Sánchez Caro p.194.
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