El seminario de donde provengo tenía como misión compartir vocaciones con las diócesis que tenían pocos seminaristas. Para ello, al entrar al seminario mayor, deberíamos tener una diócesis de destino asignada. Después de un año de seminario mayor, yo aún no la tenía, aunque constantemente pedía al Señor que me indicará dónde quería que sugiera sus pasos y le sirviera. Al final de ese primer año como seminarista mayor, escuché su voz por medio de mi obispo que me dijo: “Pancho, el obispo de Ávila, España, la tierra de santa Teresa y de don Vasco de Quiroga, me pide dos seminaristas, ¿te gustaría ser uno de ellos? No me respondas ahora, pero piénsalo y óralo, tal vez el Señor te llame a servirle en esas lejanas tierras”.
En ese momento sentí un cierto temor, sin embargo me di cuenta con la ayuda de mis formadores, familia y compañeros seminaristas, que era la voz de Dios que me invitaba a dar un paso más allá de mi tierra y seguir su voz. Ahora, como santa Teresa, soy un “andariego” que va caminando, paso a paso, siguiendo la voz del Señor, confiado en que, siendo Él nuestro tesoro, nada nos falta. “Sólo Dios basta”.
Francisco Martínez Villagómez
Seminarista de Ávila
1º Bienio de Teología
No hay comentarios:
Publicar un comentario