En mi camino vocacional la experiencia de la paternidad de Dios ha sido el punto de apoyo que me ha impulsado a seguir dando pasos hacia delante. Experimentar con gozo que el Padre del cielo siempre nos acoge, nos cuida, nos mira, nos perdona, nos recoge si caemos. En definitiva, experimentar que nunca estamos solos, que siempre hay alguien pendiente de nosotros, unos brazos que nos levantan y reconcilian. Acoger este regalo ha supuesto dar un paso muy importante en mi historia vocacional para conocer, acoger y reconciliarme con mi propio padre de la tierra. Ha significado un descubrimiento de la dimensión paternal del sacerdocio al que soy llamado. Una vocación que se concreta en acoger, perdonar y reconciliar en medio de nuestro mundo dividido y de tantas familias que lo necesitan.
¡Querido lector! nunca estamos solos, Dios Padre no se cansa de perdonar, de acogernos y de darnos su ternura. Acógelo en tu historia y después seamos trasparencia del Padre en el hoy de nuestro mundo.
Nicolás Ruiz Humanes
Seminarista de Ávila
5º Teología
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