Cuando me encontraba discerniendo mi camino vocacional, una de las cosas que fue determinante y que más huella me dejó, fueron los largos ratos que pasé hablando con un sacerdote. Estas conversaciones me ayudaron a reconocer qué era aquello que el Señor me estaba indicando y que a mí me costaba ver. Mi director espiritual es ahora un gran apoyo en los momentos en los que me cuesta seguir adelante en este camino y, a la vez, un amigo para disfrutar con él los momentos de alegría. Le doy gracias a Dios por el buen ejemplo de tantos sacerdotes cuya vida es testimonio y ejemplo para los jóvenes que están experimentando la llamada del Señor.
Rodrigo Santamaría Sastre
Seminaristas de Ávila
3º Teología
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