“Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito, estad alegres”. Estas palabras que el apóstol san Pablo dirige a la comunidad de Filipos, resuenan cada vez con mayor fuerza en mi interior. Como hijo de Dios, engendrado a la vida nueva por medio del bautismo y llamado a anunciar la Buena Noticia de la victoria de Jesucristo sobre la muerte, en docilidad al Espíritu Santo, mi corazón se llena de gozo y de alegría cada mañana. Pensar que el Señor siempre nos acompañará a la hora de servir a nuestros hermanos, los hombres, su Palabra de vida y administrar los sacramentos, es motivo de mucha alegría.
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